Un software de conciliación bancaria constituye una moderna herramienta contable para gestionar las finanzas.
Tener la contabilidad en la nube deslocaliza los trámites de control financiero (por ejemplo, comprobar la evolución de las ratios) a realizar por una empresa o un particular. En este sentido se rompen numerosas limitaciones. Entre otras, la conexión y el acceso a los archivos no va a depender de la presencia frente a ningún equipamiento físico concreto. La consulta de las cuentas no está relacionada, por tanto, con unas coordenadas espacio-temporales.
Estas ventajas influyen en la actual coyuntura tendente a la progresiva sustitución de los pagos en metálico por los que se llevan a cabo a través de medios online.
En ocasiones, una crisis sobrevenida acelera cambios que habían estado largo tiempo aplazados. En cierto modo, es lo que ha sucedido respecto al repunte de los medios de pago digitales.
Si bien estos ya eran profusamente utilizados por sectores de la sociedad con conocimientos sobre estos sistemas, los rigores de la pandemia han supuesto que el hábito de emplearlos se haya extendido a más amplias capas sociales.
Mientras que los abonos en red han subido un 55 %, las retiradas de efectivo en los cajeros automáticos han descendido un 68 % desde que en marzo de 2019 se conocieran los efectos más devastadores de la COVID-19.
La justificación de este cambio de conducta no solo remite a la mayor comodidad que ya anteriormente propiciaban estos métodos de pago. Básicamente, estriba en su efectividad para limitar los contagios.
Hay que tener en cuenta que esta forma de pago ahorra desplazarse a establecimientos físicos y, además, no requiere tocar otras superficies, como las monedas y los billetes.
Existe un cierto debate acerca de las ventajas y los inconvenientes de ir eliminando progresivamente los pagos en metálico.
Uno de los principales beneficios que se consideran es el relativo a poder perseguir de una forma más eficaz el fraude fiscal. Los abonos digitales dejan siempre rastro, aunque este también se convierte en un impedimento para el mantenimiento de la oportuna privacidad personal.
Por otro lado, una introducción demasiado rápida de las obligaciones de pagar sin efectivo puede generar una brecha digital que deje fuera del progreso a los sectores de la población con menor acceso a la tecnología.
Estas medidas podrían resultar un escollo en el ámbito rural, entre las capas de población más envejecidas y por lo que respecta a la población con una renta per capita más baja. En este último caso, hay que contar con la mayor posición de fuerza que conseguirían los bancos.
Las entidades financieras, además de que adquirirían todavía un mayor conocimiento sobre las operaciones personales, tendrían la posibilidad de establecer requisitos, como comisiones y ventas cruzadas, para acceder a los servicios de pagos digitales.
De todas formas, si la introducción de estas políticas de pago se hace gradualmente y con apoyo, por ejemplo, a las pequeñas y medianas empresas que tengan que implementarlas, los beneficios superan a los inconvenientes (el blockchain de las criptomonedas elude oligopolios bancarios).
Aparte de las comodidades que el pago sin dinero físico representa para los clientes, el cloud computing para las finanzas bancarias de las organizaciones supone un instrumento de Business Intelligence de gran utilidad para aligerar trámites y hacerlos más funcionales.
Se minimizan errores y se obtiene un control de las finanzas en tiempo real y enriquecido por el acceso a recursos de cálculo y previsión de gran sofisticación.
En definitiva, un software de conciliación bancaria se adapta a las necesidades financieras de unos intercambios económicos cada vez más dinámicos y seguros.